lunes, 26 de septiembre de 2016

La pesca comienza siempre en tierra firme
Por Moisés Mayán
Es un Bear Grylls cubano, un scout tropical. Ordenado, meticuloso, exacto. A sus 50 años Noel Zayas es un compendio de raras aficiones: buceo, fotografía, dibujo, senderismo, espeleología, ciclismo, excursionismo y pesca deportiva. Sin embargo el motivo de nuestra charla, que acontece en el espacio informal de la amistad, se concentra en su auténtica pasión, el coleccionismo de avíos de pesca.
“Cuando estudiaba Geodesia y Cartografía en La Habana de principios de los 80, descubrí una tienda de implementos deportivos en San Rafael, y compré lo que sería el primer carrete de mi vida, un Delfín 8 soviético, allí comenzó esta historia”, me explica tratando de rememorar con precisión cada detalle. “Por esos tiempos el Campismo Popular acentuaba la imagen del hombre en contacto directo con la naturaleza, y se podían adquirir a precios módicos herramientas necesarias para acampar, pescar y cazar”. Después de su regreso a Holguín, Noel terminó graduándose de Artes Plásticas, y desde hace más de 30 años trabaja como instructor en la Casa de Cultura Municipal “Manuel Dositeo Aguilera”, pero jamás ha renunciado a incrementar las piezas de su colección.
“Este es un Michel 301, especialmente diseñado para zurdos, o sea para mí; este un Luxor marítimo de 1953, ambos de línea francesa, y aquel de ahí un Sagarra español de 1948, pero mis favoritos son los franceses”. Despliega sus cañas mientras responde cada una de mis preguntas, y aprovecha para filtrar alguna anécdota oportuna. Una Germina alemana y una Princess de la línea Shakespeare custodian el diálogo. La diversidad de técnicas y estilos es impresionante: spinning, fly, bait-casting, trolling, y la joya de la corona, una vara de bolsillo (pocket fisherman) de spin casting. Los señuelos, anzuelos, plomadas, quitavueltas y presillas en sus respectivos estuches, son tantos que abruman. “Guardo señuelos que datan de la década del 30 del siglo pasado; algunos son de madera”. Recuerdo una máxima leída en algún trabajo de Ernest Hemingway: Todo pescador debe preparar su material para salir al mar. Si no hace esto y cree que el pez es lo más importante, jamás conseguirá nada. Noel sabe perfectamente que toda pesquería se inicia siempre en tierra firme.
Solo había visto cuchillos como los suyos en los documentales de Rapala VMC Corporation. “Aquí tenemos un Angler norteamericano para pesca con caña, y este es un Kukry nepalí, un chuchillo de sobrevivencia”. Me quedo sin habla mientras repaso el filo con la yema del pulgar. “Yo aprendí a pescar con spinning gracias al texto de Gonzalo León Lanier, Lo que usted debe saber de pesca, publicado por la Editorial Oriente en 1989, y comencé a dibujar mis primeras especies de la ictiofauna cubana buscando mejorar las ilustraciones de ese volumen”. Desde hace unos años Noel se ha granjeado prestigio entre los montadores de varas y mecánicos de carretes de la región. “En la reparación y montaje de varas me inicié a través de un artículo de José R. García González publicado en una revista Juventud Técnica de 1985, aunque también me sirvieron de mucho los consejos de quienes ya se dedicaban a ese complejo oficio”.
Entra un momento a la casa, cuando regresa deja caer en el suelo del portal dos carpas para acampar, y me muestra el hacha combinada que adquirió en aquella tienda de San Rafael en 1981. “Conservo varios juegos de máscaras de buceo, ―tengo una Mare Vidra italiana que lleva conmigo 25 años― patas de rana de distintos modelos y hasta un traje isotérmico. Esas botellas de cerámica que decoran el estante las encontré buceando en la costa de Camagüey”. 
Los números de la revista Mar y Pesca se apilan en el librero, junto a los tomos de Sinopsis de los peces marinos de Cuba, de Darío Guitar. “Esta es la invitación a la premier del documental En canoa del Amazonas al Caribe, basado en la expedición de Antonio Núñez Rodríguez; lo exhibieron en el Castillo de la Real Fuerza en 1988”, argumenta mientras me extiende un plegable amarillento. Noel no solo conserva los avíos de pesca, colecciona además los embalajes, cajas, fundas y hasta los comprobantes de pago. Mientras impartía talleres de dibujo en Caracas, logró hacerse de valiosas piezas para su muestrario. “En Venezuela pude observar por primera vez a los bagres manchados o surubíes como les llaman los nativos, y también probé la carne de piraña, que es muy buena”, apunta complacido.

En su natal San Andrés, descubrió esa sensación inenarrable que produce el pez anzuelado, luego serían los pescadores en el malecón de La Habana, la tienda de San Rafael, la experiencia de tomar en sus manos un carrete soviético, pretextos todos que lo condujeron a dejar testimonio de su relación con las aguas. El hombre que bucea hasta las cuevas de los pulpos para hacerse con los caparazones vacíos de los moluscos, sueña con llegar este año a la cima del Pico Turquino en compañía de su hijo menor. Su propia existencia es una alegoría de la vida. A veces estamos en lo más profundo, removiendo el fondo, otras veces nos aguardan las cumbres. El éxito radica en los recuerdos que decidimos archivar en la memoria como constancia de nuestro paso por la tierra.





1 comentario:

  1. Que orgullo para mi poder leer este reconocimiento a quien representa un pilar dentro de los aficionados a la pesca deportiva en Holguín. Gracias Moisés por este artículo que trata de resumir la vida de un hombre que ha tratado de motivar y educar a la nueva generacion de pesacadores deportivos y de darle el valor merecido al arte de la pesca con todas sus aristas.

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